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Si bien el ransomware es una de las amenazas informáticas qué más preocupación genera a las empresas y organizaciones a nivel global, lejos está de ser la única.
Las principales preocupaciones de las empresas de América Latina a nivel de ciberseguridad son el robo de información y el acceso indebido a sus sistemas, además de los códigos maliciosos. Lo cierto es que los cibercriminales se valen de distintas alternativas para realizar estas actividades maliciosas, desde aprovechar bases de datos mal configuradas, técnicas de ingeniería social para engañar a empleados y obtener información o acceso, vulnerabilidades en tecnologías que utiliza la organización o algún proveedor, o el uso de credenciales débiles y fáciles de descifrar, etc. Por lo tanto, si bien el ransomware es un tipo en particular de malware que despierta preocupación a las organizaciones por el impacto económico y a la reputación, no es la única forma de amenaza informática dirigida a las organizaciones.
La filtración de datos se da como consecuencia de un acceso indebido a los sistemas de una organización. Una vez dentro de la red algunos actores de amenazas más sofisticados logran permanecer lejos de los radares de detección para realizar tareas de reconocimiento, buscando información sensible para robar o incluso intentando escalar privilegios para acceder a información más crítica y de mayor valor. Las formas de acceso inicial a los sistemas de la víctima varían, ya que los atacantes pueden utilizar distintos vectores para su cometido.
Como mencionamos en el punto anterior, una de las formas más comunes que utilizan los cibercriminales de acceder a los sistemas de una empresa es a través de ataques de fuerza bruta. Los actores maliciosos utilizan esta modalidad con el objetivo de descifrar credenciales débiles de servicios expuestos a Internet para así lograr acceso a la red de la víctima y luego llevar adelante otra acción maliciosa, como robar información o desplegar malware.
Otra amenaza que debe ser considerada por las organizaciones, sobre todo a la hora de evaluar la capacidad de resiliencia, es la cadena de suministro; es decir, si están lo suficientemente preparadas para enfrentar las consecuencias de un ataque a un proveedor cuya gestión de la seguridad está más allá de su perímetro.
Un tipo de malware muy peligroso para las organizaciones por sus capacidades para espiar y robar información son los RAT o troyanos de acceso remoto. Este tipo de malware permite a los atacantes realizar una gran cantidad de acciones en el equipo comprometido. A través de comandos enviados remotamente pueden: robar credenciales almacenadas en el navegador y de apps de mensajería, ejecutar keyloggers que registran las pulsaciones de teclado, realizar capturas de pantalla, tomar fotografías, registrar audio, interceptar comunicaciones, o descargar otro malware en el equipo, entre otras.
Las técnicas de ingeniería social evolucionaron, sobre todo a medida que se fue ampliando la superficie de ataque con los procesos de digitalización. Hoy hablamos de ataques de ingeniería social que utilizan bots de voz para robar los códigos de verificación, campañas de vishing mediante apps de mensajería como WhatsApp para hacer llamar a las potenciales víctimas, pero también a través de mensajes. Lo mismo ocurre en redes sociales, donde los atacantes no solo utilizan perfiles falsos suplantando la identidad de amigos, contactos profesionales u organizaciones, sino que también utilizan técnicas como el scraping de seguidores para captar determinado perfil de usuarios.
El ransomware es una de las amenazas que más preocupación genera a las empresas, sobre todo por su actividad en los últimos años, pero está claro que no es la única amenaza que apunta a empresas y organizaciones de América Latina y del mundo. Como explicamos en este artículo, existe otro tipo de amenazas que también representan un riesgo importante que deben ser contemplados en las estrategias de prevención que cada compañía lleve adelante.